Cerámica, mi amor ❤
- MonMtz
- 12 jul 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 abr 2020
Dicen que el olfato es el sentido que puede remitirnos a los momentos más inolvidables de la vida y de los recuerdos que tengo más presentes es el olor de la tierra recién humedecida en el corral de mis abuelos. Durante muchos años de mi niñez pasé las tardes en su casa. Poco antes de meterse el sol, Don Pepe tenía la costumbre de salir a mojar el suelo "para que se sintiera menos el calor". Me acuerdo que me gustaba sentarme y ver cómo aventaba el agua. Apenas lo percibía, pensaba "este es mi olor favorito del mundo" y aspiraba lo más profundo que pudiera. Hasta el día de hoy, es un olor que me reconforta y me hace sentir abrazada por él.
Eso fue justamente lo que sentí el primer día del taller de cerámica. Yo no tenía ni la menor idea de qué se trataba. Nunca lo había pensado. Cuando escuchaba la palabra sólo se me ocurría pensar en los jarritos rojos que venden en los mercados, y quién sabe cómo los harían. Entonces tuve que llenar una cubeta con un polvo gris sumamente fino (arcilla), agregarle agua y mezclar. Casi al instante se levantó una ligera nube y por instinto aspiré fuerte; "este es el olor de mi infancia".
Ahora sé que esas nubes no se deben respirar porque pueden dañar los pulmones 🤦♀️. El punto es que creo que una de las razones por las que me he enamorado de este material es porque desde un inicio fue asociándose a momentos muy significativos de mi vida. Conforme he ido conociéndolo más, me ha sido inevitable verme fascinada ante este mundo y buscar formar parte de él. Ya sé que no hay forma en que no suene cursi pero la verdad es que al ver ciertas piezas o descubrir nuevas obras y artistas me vibra el corazón y me vuela la cabeza.
Y es que si lo piensas, la cerámica es un material milenario. ¡Ha acompañado al hombre desde hace más de treinta mil años! Empezó como un vehículo de manifestación del culto para después darse cuenta que podían hacer cuencos y vasijas que les ayudaran a transportar y almacenar alimentos. Con ello, seguramente vinieron avances tanto en la agricultura como en las prácticas culinarias. Vaya revolución... ¿Qué materia prima y procesos utilizaban? ¿Qué técnicas desarrollaron? ¿Qué guardaban en ellos? ¿A qué dioses representaban? ¿Cómo descubrieron el uso de los colores? ¿Y de los esmaltes? Es por eso también que a los arqueólogos les interesa tanto estudiar este aspecto en particular de las diferentes culturas. Esos "jarritos" guardan en su superficie la historia de nuestros ancestros y nos ayudan a entender cómo rayos llegamos aquí. ¡Qué increíble!
Una vez me invitaron a hacer un podcast hablando acerca de diseño y cerámica (si quieres esucharlo da click aquí). Entre todo mi debraye verbal, recuerdo que utilicé una palabra muy específica: misticismo. ¡Y es que no hay mejor manera de describirlo! Creación, culto, espiritualidad, y muerte. Todo tiene algo que ver.
Ahí te va. En culturas muy antiguas, como los babilonios y los sumerios, surgieron mitos en donde el origen de la vida se relacionaba directamente con el barro. En ellos, los dioses creadores fungían como alfareros, quienes moldearon al hombre amasando tierra, agua, e incluso su propia sangre para darle la vida (probablemente con la sangre explicaban la pigmentación roja de la arcilla). Egipcios, griegos, chinos y mayas, también incluyen relatos como estos en su mitología. Bueno, ¡hasta en las religiones judeo-cristianas actuales está presente! Para prueba basta recordar a las abuelitas cantando fervientemente "Yo quiero ser, señor amado, como el barro en manos del alfarero. Toma mi vida hazla de nuevo. Yo quiero ser un vaso nuevo"🎶.
De esta forma la tierra queda impregnada de un gran simbolismo mágico-religioso. Me resulta muy bonito pensar que, para poder explicar su existencia, nuestros ancestros crearan a sus dioses con la misma tierra con la que "los dioses los crearon a ellos"; un círculo completo *suspira fascinada*. Ya nos estamos poniendo muy profundos aquí. Y por si fuera poco, este círculo se puede hacer todavía más grande. Agua, aire y fuego también son indispensables en el proceso. Los cuatro elementos, las cuatro raíces fundamentales conectadas por el hombre para darle un sentido a su vida. ¡Uf! Qué heavy.
Finalmente, en el momento en el que el camino llegaba a su término, adivina. ¡También ahí estaba presente! Se han encontrado ajuares funerarios de la época del paleolítico con restos de objetos cerámicos, entre otras cosas, que acompañarían al difunto en su vida futura. MÍS-TI-CO 😍 Pero para no perder el hilo, lo más fascinante de todo es que esta tradición perdura hasta nuestros días. Ya sea en las tareas cotidianas, con un carácter puramente utilitario, o como un medio de expresión que une la mente y el cuerpo en una pieza de arte, la cerámica sigue acompañándonos y conectándonos con nuestros orígenes.
Por esto y muchas cosas más, que ya encontrarán su lugar en algún otro post (y porque éste ya se me alargó un poquito), amo la cerámica ❤.
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Páginas para encontrar las imágenes de la galería en el mismo orden de las fotos:
*Después estaré publicando algunos posts para cada uno de ellos.
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