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¿Cómo rayos llegué aquí? Del miedo a la creatividad y otras cosas.

  • Foto del escritor: MonMtz
    MonMtz
  • 23 jul 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 24 jul 2019

A veces me dan pequeños ataques de ansiedad cuando siento que las cosas se estancan. En días como los pasados, el panorama se me pone nublado y empiezo a creer que las cosas no se están dando, que nada cambia y yo sigo parada en donde mismo. Luego trato de terapearme yo sola y veo en retrospectiva: tal vez no haya gran movimiento por ahora, pero vaya que mucho ha cambiado en los últimos años de mi vida. Entonces me es inevitable terminar preguntándome ¿cómo rayos llegué aquí?


Si en mis años de preparatoria me hubieran dicho que iba a estudiar diseño industrial y que la cerámica se convertiría en el sueño a alcanzar, no lo hubiera creído. ¡Para nada! A mí se me daban las ciencias: biología, química, ciencias de la salud; las cosas estudiadas, experimentadas, probadas y comprobadas. Yo iba a ser una cirujana de las chingonas. Pensar en carreras creativas... pues no. Ni por un momento pasaba la idea por mi cabecita tan cuadrada de 18 años. La misma cabecita que pensaba que para dedicarte algo así tenías que ser una persona súper original, extrovertida, con aires de genialidad y una capacidad creativa e ideas fuera de este mundo. Claramente, esa no era yo.


Es curioso porque si sigo haciendo memoria, desde siempre me incliné por actividades más relacionadas a la creación: desde muy chiquita fui fanática de los libros de colorear; una de mis primeras obras fue un gran mural que pinté con crayolas en la casa de mi abuela 🙈; unos años más tarde tomé clases de pintura; y durante la mayor parte de mi adolescencia, las clases de música fueron mi máximo (aprendí a tocar la batería). ¿Entonces por qué no veía ni siquiera la posibilidad?


Creo que una de las mayores razones era que ninguna de esas cosas que me gustaban era vista como un posible camino profesional, ni por mi familia, ni por la gente de mi escuela, ni en mi ciudad. "Mejor estudia una carrera bien". Debo admitir que yo misma tenía muchos prejuicios acerca de ello. Para mí ese tipo de cosas solo cabían en la categoría de "hobbies". Así que terminando la escuela, decidí entrar a estudiar odontología. Dos años entrada en materia, me di cuenta que no me llenaba 🙃.


Por azares del destino (y por la presión de no quedarme sin estudiar) seguí una corazonada y terminé en diseño industrial. Me moría de nervios antes de entrar. Me gustaba el arte y tenía unas cuántas habilidades pero ¿y si no cumplía con el perfil completo? ¿si no resultaba ser creativa, original y no daba el ancho? Hasta donde yo sabía, "el don" de la creatividad era algo con lo que se nacía . Ahora entiendo que existen muchos mitos destructivos alrededor de ella. Austin Kleon me lo explicó con palabras muy sencillas en un libro llamado "Show your work!". Él señala que uno de los más peligrosos es el del "genio solitario" y cito para explicar:


"Un individuo con facultades sobrehumanas aparece de la nada en cierto momento de la historia, libre de influencias o precedentes y bendecido con una conexión directa con Dios o con las musas. Cuando la inspiración llega, lo golpea como un relámpago, una bombilla se enciende en su cabeza y, después de eso, el genio se pasa el resto de su vida trabajando afanosamente en su estudio, dando forma a su idea hasta convertirla en una obra maestra acabada, que después entrega al mundo exterior anunciándola con bombo y platillo."


Ahora, con unos años más y habiendo experimentado una formación en diseño me doy cuenta que no es así. Cómo dice John Cleese, "la creatividad no es un talento, es una forma de operar". Es cómo cada quién a partir de todas sus experiencias, reacciona al entorno, resuelve conflictos y enfrenta situaciones. Dicho así, no hay manera de decir qué está bien, ni qué está mal. El trabajo creativo puede evaluarse desde ciertos puntos de vista técnicos pero lo más importante es lo que no se puede juzgar: la inspiración, el bagaje personal, la sensibilidad, y la forma en la que todas estas son traducidas en la obra/diseño/propuesta/etc... Habiendo estado tan acostumbrada a que siempre hubiera una respuesta correcta, una manera determinada de hacer las cosas, esto me intimidaba muchísimo (hasta el día de hoy lo sigue haciendo).


El diseño, la creación, la cerámica, me exige conocerme a mí misma; estar más conectada con mis emociones, deshacerme de los prejuicios y pensar con mente abierta para ir descubriendo con qué voz me comunico con mi entorno. Utilizar mi voz=salir de la comodidad, expresarme, exponer mis ideas al mundo, exponer lo que soy. TODAS LAS COSAS QUE ME DAN MIEDO. No sé en qué momento me pasó. Cuando niña jugaba sin reglas, exploraba, conocía, hacía por el placer de hacer porque no importaba nada más que divertirme. Conforme creces, empiezas a hacerte más consciente de ti mismo, aprendes la forma en la que "funciona" el mundo y te vas haciendo de ideas acerca de cómo te ves desde afuera. ¿Cuándo me empezó a dar miedo la opinión de los demás? ¿Cuándo me empecé a sentir ansiosa por no cumplir las expectativas? ¿Cuándo me empezó a importar si hago o no hago el ridículo? ¿Si no sé lo suficiente? ¿Si a alguien le parecen buenas o no mis ideas?


Ser creativa me da miedo porque significa admitir muchas cosas de mí que no me gustan. Seguir un camino como este me ha retado de maneras que no me imaginaba. Dentro de todo este proceso he tenido que aprender a desaprender para dejarme ser, hacer y crecer. Estoy re descubriendo el placer de hacer las cosas porque quiero (para prueba está esta miscelánea de temas que llamo blog); cada vez me aventuro más sin hacer tanto cálculo en la cabeza, voy perdiendo el miedo al qué dirán y entendiendo que a nadie tengo que agradar, o hacer feliz con lo que haga más que a mí.


Claro, hay momentos en los que de repente me comen las dudas y vuelvo a caer en el lugar obscuro. Especialmente ahora que a la faena de convertirme en ceramista. El sentirme tan al inicio de todo, sin saber casi nada, me regresa a los días previos a mi entrada a la escuela de diseño ¿y si no cumplo con el perfil completo? ¿si no resulto ser buena, creativa, original y no doy el ancho? Blah, qué más da. ¡Estoy haciendo algo que sí me llena! Una vez leí que a Thom Yorke le preguntaron cuál era su mayor fortaleza a lo que contestó: "que no sé lo que estoy haciendo". 🙋‍♀️¡Yo tampoco! Y si así ha llegado a ser lo que es, no veo por qué yo no podría. El chiste es no cansarse de aprender, trabajar, enfrentar los miedos, interactuar, compartir, aportar, sentir... solo así se nutre la capacidad creativa, lo demás deberá venir por añadidura.


Para terminar, hace poco me reencontré con un profesor de mi prepa al que siempre he admirado mucho. Es una persona sumamente (sumamente) inteligente y culta. Me preguntó qué era de mi vida estos días (él se quedó en que iba a ser dentista) y lo puse al tanto de la situación: soy diseñadora industrial con el sueño de dedicarme a la cerámica. Me contestó, con los ojos bien abiertos y una sonrisa en la cara, algo que en lo absoluto esperaba: "No hay cosa más hermosa que dedicarte a crear". 😲😲😲😲😲Mi profesor, un hombre de ciencia, quien yo pensaba que se decepcionaría por no haberme convertido en doctora (otra vez mis prejuicios), parecía incluso emocionado de llegar a ver lo que podría hacer. Su respuesta me cambió mucho la perspectiva de las cosas. No voy a decir que ya no me da miedo, lo que sí es que la emoción por averiguar de lo que soy capaz es más grande...


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Render de unas macetitas que diseñé hace tiempo. (Me divertí mucho haciéndolas)


NOTA: todos los textos que aparecen en verde y subrayados tienen links para más información, tanto en este como en los post pasados y los que están por venir :)











 
 
 

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