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De la tierra vengo.

  • Foto del escritor: MonMtz
    MonMtz
  • 12 feb 2020
  • 5 Min. de lectura

Otra vez me pasaron las semanas sin escribir. Después de muchos "eventos" (infortunios más que nada) estoy de regreso, esperando retomar por completo el ritmo y emocionada por platicarte acerca de un tema que me parece súper interesante. Obvio, tiene que ver con cerámica, pero más importante, con el hombre mismo y sus problemas existenciales. La pregunta por excelencia del debate filosófico: ¿De dónde venimos?


En alguno de los primeros posts, recuerdo haber escrito que una de las cosas que me enamoró de la cerámica fue el misticismo que he podido llegar a encontrar dentro de ella, especialmente gracias a su carácter creador. La tierra es dadora de vida, energía esperando nutrir a otro ser, es una fuerza creativa y los hombres han estado conscientes de eso desde tiempos inmemorables. Tanto así, que en las primeras civilizaciones surgieron numerosos relatos en los que el hombre se explicaba a sí mismo a través del barro. En estos, los dioses fungen como alfareros o modeladores quienes deciden darle la vida. Déjame te cuento algunas de estas historias.


En la mitología egipcia Jnum, "el que modela", era un dios creador representado por un hombre con cabeza de carnero. Se dice que tenía un torno de alfarero en el que creó el huevo primordial de donde surgió la luz solar, dando vida al mundo. En un principio él modelaba en su rueda a cada hombre a partir de lodo que recolectaba del Río Nilo, dotándolo de espíritu humano o fuerza vital, denominada por los egipcios como "ka". Por esto también se le consideraba el dios de la fertilidad. Con el tiempo, se cansó de que los humanos no pudieran reproducirse sin su intervención, así que decidió romper la rueda de su torno y puso en el vientre de cada mujer un pedazo de ella. A partir de ese momento, les otorgó el regalo de la descendencia. ¿Qué tal, eh?


Los babilonios narran en "Enûma Eliš" el origen del planeta. Marduk, dios de la luz y el orden, debe vencer a Tiamat, diosa del caos y la oscuridad. Para ello, los otros dioses le otorgan a Marduk el poder absoluto y cuando logra vencerla, con su cuerpo forma el cielo y la arena. Después de esto, el dios babilonio anuncia grandes creaciones, entre ellas amasaría arcilla y sangre para dar origen a una criatura amable, que estuviera al servicio de los dioses de modo que ya no tuvieran que preocuparse por nada: el hombre.


Pasamos ahora a Grecia. ¿Has escuchado hablar del famoso mito de Prometeo encadenado? Trata de este titán que tuvo la audacia de robar el fuego a los dioses para dárselo a los humanos, por lo que fue severamente castigado. Bueno, la mitología dice que no sólo favoreció a los hombres de esta manera, sino que fue él mismo quien los creó. El relato cuenta que cuando ya estaba todo creado faltaba un ser que pudiera albergar dígnamente el espíritu. Prometeo bajó a la Tierra y recogiendo un poco de arcilla modeló una criatura a imagen de los dioses. Para animar esa arcilla modelada pidió a todos los animales cualidades, buenas y malas, encerrándolas en el pecho de la figura. Atenea, diosa de la sabiduría y amiga de Prometeo, quedó admirada por estas creaciones e infundió en la figura el hálito divino que los hizo cobrar vida. ​


Del otro lado del mundo, en el Popol Vuh de los quichés (pueblo maya guatemalteco) también se incluyen narraciones en las que los dioses crearon al hombre de barro. Este caso es muy interesante, fíjate en este fragmento: "Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la carne (del hombre). Pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener."

Después de leer esto se puede pensar que los quichés entonces no habían descubierto la cocción de las piezas, o las sometían a muy bajas temperaturas de manera que el barro no resistía y el "hombre se deshacía". Finalmente, resolvieron la creación del hombre a partir de maíz.


Otro ejemplo interesante es el de una comunidad africana llamada Shilluk, quienes viven a la orilla del Nilo en el sur de Sudán. Ya te la sabes; su mitología dice que su dios, Juok, creó al hombre de barro. Peeeeero, ellos piensan que Juok viajó al norte y encontró arcilla blanca, de la que creó a los europeos. Asimismo, a los árabes los hizo de arcilla rojiza y a los africanos de barro negro. La historia puede rayar en lo burdo, lo que me parece fascinante es cómo cada pueblo se explica su realidad de forma diferente a partir de la misma idea.


Y no nos vayamos tan lejos. En la tradición judeo-cristiana también se nos explica el orígen del hombre de esta forma: "Aún no había plantas ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra, ni había nadie que la trabajara. Sin embargo, de la tierra salía agua que regaba todo el terreno. Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente." Génesis 2:5-7 Aún en nuestros días, este relato sigue muy presente.


Así como estos también los chinos, los hindús, los incas, musulmanes, sumerios, maoris, yorubas, nativos americanos, y muchos otros pueblos desarrollaron su idea de origen propio alrededor de la tierra y prácticas como la alfarería y la cerámica. ¿Sabes qué es lo más sorprendente? ¡Hace algunos años surgieron estudios científicos que postulaban la posibilidad de que la vida se haya formado a partir de los cristales encontrados en la arcilla! Los datos obtenidos sugieren que, en efecto, dichos minerales jugaron un papel muy importante en el desarrollo de moléculas como aminoácidos y nucleótidos que hacen posible la vida como la conocemos. ¡Igual y después de todo sí venimos de la tierra!


Te cuento todas estas historias para que notes cómo alrededor del mundo y a lo largo de las épocas, el hombre ha tenido una relación muy fuerte con la tierra. No es casualidad que en plena era digital sigamos utilizando técnicas tan milenarias como el moldeado de la arcilla a través de nuestras manos. La verdad es que estos temas me vuelan la cabeza y hacen que disfrute más de lo que hago todos los días. Espero que así como yo, lo hayas disfrutado y te quedes aunque sea con un pedacito de este post que me quedó medio larguito 🙈 ¡Gracias por haber leído hasta aquí!


Por último, me encantaría escuchar alguna opinión sobre esto que acabas de leer. Me puedes escribir a mi correo o dejarme un mensaje en mi pagina de instagram: @mm.ceramica.


¡Nos leemos en el próximo post!








 
 
 

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