Hoy sólo quiero escribir y esculpir.

No me sale nada más. Ya sé que no creé el blog para esto pero escribir siempre ha sido mi forma de desahogarme, de entenderme. Hoy sólo quiero escribir porque lo necesito, aunque no tenga que ver mucho con la cerámica. Y es que otra vez tengo que despedirme. Esta vez, de las manos más toscas que he conocido. Así eran y así me acompañaron y me quisieron como si fuera suya: "Mi niña grandota".

Me vienen a la cabeza muchos instantes: la radio siempre prendida en "Radio Ranchito", los muchos consejos de amor que me dio (que más bien eran su forma de desahogarse de sus propios desamores), los waffles, los pares de calcetines desiguales, las aventuras que tuvimos cuando yo era niña, el desayuno por la mañana durante las vacaciones, las preguntas incómodas, la sonrisa, las arrugas, el tono de voz que hacía cuando cantaba "Fernandita, Fernandita"...

Nunca se enojó conmigo, nunca me regañó, nunca fue nada más que consentidora y solapadora. Hoy me gustaría darle las gracias por habernos dado tantos años de su vida. Me gustaría que supiera que la considero alguien importante y que me está doliendo mucho este adiós. Me alegra haberla abrazado fuerte hace poco, pero desearía haberlo hecho una vez más.

Si supieras cuántos sentimientos me están cabiendo en cuatro letras, Nani.