Todos somos Kintsugi
- MonMtz
- 18 mar 2020
- 4 Min. de lectura
¡Vaya días! Bombardeados con tantas noticias, cifras, videos, teorías de conspiración (que desde mi no requerida opinión, no suenan tan descabelladas), compras de pánico, incertidumbre y preocupación; estamos siendo arrancados de repente de la cálida y acogedora zona de confort. Esa no es la parte más difícil... no. La parte más complicada viene una vez fuera, cuando nos empezamos a hacer preguntas como, ¿cómo es que hizo falta un brote epidémico y la muerte de varios para lograr reducir los índices de contaminación en China? ¿Por qué existen teorías en las que se habla de armas biológicas?, ¿por qué consideramos siquiera necesario el desarrollo de estas? ¿Cómo es que un virus puede ocasionar el colapso de la economía mundial? ¿Por qué es más importante la economía y la posible recesión que todas las cuestiones morales y filosóficas que el desarrollo de la pandemia está dejando al descubierto? Es entonces cuando nos damos cuenta que algo en nuestras sociedades y sistemas está roto y tenemos que replantearlo TODO.
Y entonces se me viene a la mente... Kintsugi.

No sé si ya lo conoces; Kintsugi es el nombre que recibe el arte japonés en la que se reparan objetos de cerámica rotos con resina y oro. Seguramente has visto alguna fotografía o pieza que haga referencia a él, se ha vuelto muy popular. Sin embargo, data desde hace siglos teniendo su origen en la tradición del laqueado japonés. Una de las principales teorías dice que un dictador militar, de nombre Ashikaga Yoshimasa, envió a China a reparar dos de sus tazones de té favoritos. Al regreso, las piezas de los tazones estaban sujetas por feas grapas metálicas que fueron del desagrado del shōgun. Así, alentó a los artesanos japoneses a encontrar una solución más estética y sí que lo hicieron. Esta técnica da resultados tan aclamados, que se ha llegado a acusar a algunos coleccionistas de romper piezas intencionalmente para que sean reparadas con Kintsugi.
Como todas las técnicas, tiene diferentes aplicaciones.
La primera consiste en unir los trozos rotos de una misma , con mínima superposición entre ellas. Esto da la apariencia de grietas rellenas por el compuesto oro-resina. La segunda consiste en la unión de trozos pertenecientes a distintas piezas, haciendo una especie de rompecabezas o de "patchwork", dando lugar a una pieza nueva y completamente diferente. Finalmente, en los casos en donde haya fragmentos completos faltantes, estos se recrean con el mismo compuesto y la pieza queda entera de nuevo.
Y sí, los resultados de esta técnica son sumamente hermosos. Otra vez, esa no es la mejor parte. Kintsugi no solo se trata de la estética de la pieza, la verdadera riqueza se encuentra en la filosofía que la inspira (y ya ves que los japoneses se pintan solos para dar sentido filosófico a las cosas). La cerámica es un material durable, sin embargo es vulnerable a romperse. ¿Qué pasaría si las roturas y reparaciones se plantearan como parte de la historia de un objeto más que como una falla o un defecto? ¿que pasaría si mostramos esta vulnerabilidad y fragilidad reforzadas que embellecen al objeto y ponen de manifiesto su transformación? De eso se trata. Es muy parecida a la perspectiva "wabi-sabi" (侘寂) que se centra en ver el mundo con aceptación por la transitoriedad, la imperfección y el concepto de lo incompleto. También se relaciona mucho con la filosofía "mushin" (無心) que engloba los conceptos de desapego, aceptación al cambio y al destino como aspectos esenciales de la vida humana.
Así pues, todos somos kintsug: tan frágiles y vulnerables, tan transitorios e imperfectos. En un momento nos enfermamos, colapsamos, nos quebramos en mil pedazos. El mundo no se acaba, se acaba la humanidad y ¿qué sigue, pues? REPARAR, REPLANTEAR, hacer cosas diferentes para crear nuevos resultados, tomar distintas partes para crear algo diferente, algo hermoso; sin negar nuestras fallas e historia, sin ocultar las cicatrices, mostrando con orgullo los signos de la evolución. Hace falta el desapego a las formas de vida que conocemos para darnos la oportunidad de encontrar mejores y no veo mejor momento que este que nos ha sacudido sin importar género, edad, raza, o situación económica. Imagina cómo se vería la humanidad si fuera una pieza reparada con kintsugi ¿qué partes la compondrían?, ¿de qué piezas nos desharíamos?, ¿de qué estará hecho el compuesto que nos mantenga a todos unidos?
Nos vamos acercando al final de este post pero antes te quiero mostrar la influencia de esta técnica en el arte moderno.
Esta es una obra de la artista contemporánea Karen LaMonte. Está increíble, ¿no? Pues no se supone que se vería así. A partir de un error al momento de la quema, estas piezas estallaron en el horno en cientos de fragmentos. LaMonte, fascinada por la idea de una belleza imperfecta, incompleta e impermanente, decidió repararlas utilizando la técnica kintsugi. Al escuchar esta historia, no pude evitar sonreír y pensar, "la vida imitando al arte". Así y no al revés porque era el destino de esta obra ser de esta manera, porque hizo falta el desapego de la artista para dar paso a una forma nueva de expresar su idea, porque comprendió la impermanencia de todo lo que hacemos y lo utilizó a su favor.
Las fotos que te pongo aquí no le hacen ni tantita justicia a las piezas. Te invito a visitar su sitio web para que veas el nivel de detalle y algo del proceso. Si das click sobre el link, te enviará directo a la página.
Ahora sí, hasta aquí llegamos. Procuraré estar subiendo posts con contenido interesante para estos días de contingencia. ¡Está al pendiente! Como siempre, déjame un comentario con tus reflexiones, sugerencias, lo que te haya gustado y lo que no. Si te surge una idea de algún tema, yo encantada de investigar y escribir acerca de ello. Por último, ¡suscríbete al blog para recibir notificaciones en tu correo cada vez que haya un nuevo post!
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